Por PUBLIO RICARDO CORTÉS C.*
25 de Mayo 2022
“In this book I want to try to combine at least two uneasily compatible points of view: to see the millennium from an imaginary distance, with detachment, as a future age might see it, “in the round”, with unifying themes and an overarching character; and also to exploit the advantages of an insider, to detect the diverse and monitor the mercurial—to savour the differences from place to place and the changes over time”.
FELIPE FERNÁNDEZ-ARMESTO, Millennium: A History of the Last Thousand Years, Scribner, NY, 1995.
En SIGLO DE CAUDILLOS (Tusquets Editores, Barcelona, 1994), ENRIQUE KRAUZE cita en la introducción un pensamiento de CARLYLE, según el cual: “la historia del mundo es la biografía de los grandes hombres”, afirmación que siempre recuerdo para discrepar de ella, por excluyente, por simplista, dado que parece evidente que la Historia también está jalonada por la actuación anónima de grupos humanos, por eventos de la naturaleza y por diversos factores, dentro de los cuales la impronta individual no deja de ser solamente uno de tantos, especialmente porque los eventos históricos tienden a retroalimentarse entre sí, con idas y venidas, donde unos hechos inesperadamente influyen en los otros, no importa en qué parte del mundo ocurran, en una danza inacabable como las mareas en el Pacífico, de la misma forma en que fue inteligentemente representado en BABEL, la película de ALEJANDRO GONZÁLEZ IÑÁRRITU (con Brad Pitt y Gael García Bernal).
Como esa es la realidad histórica, dado que así funciona la evolución (a veces involución) de las sociedades, podemos afirmar, ahora sí plenamente convencidos, que toda Historia es parte de la Historia Universal. Y eso, que parece una obviedad, ha sido patéticamente ignorado por las más comunes y tradicionales explicaciones historiográficas que se han venido dando en Panamá, sobre la independencia de Panamá de España de noviembre de 1821.
Y lo decimos porque dichas explicaciones, usando una aproximación fácil y medio mitológica, han centrado la razón del desenlace, fundamentalmente en hechos locales del Istmo de Panamá y en la voluntad, supuestamente idealista y patriótica, de unos señores que, acicateados por la alegada actuación de una mujer intrépida y supuestamente hermosa, presuntamente representaban el “claro” surgimiento de una nacionalidad diferenciada y quienes, en un momento de lucidez, “rompieron el yugo español”.
Para liberarnos de las cadenas de esas explicaciones provincianas, el año pasado se publicó el excelente libro de investigación histórica 1821: LA INDEPENDENCIA DE PANAMÁ DE ESPAÑA Y SU ÉPOCA (Editora Novo Art, Panamá, 2021), donde el laureado Historiador panameño ALFREDO CASTILLERO CALVO, con su característica visión científica, su documentación minuciosa con abundantes fuentes primarias y con una prosa de altura, nos da la versión más completa hasta ahora existente, de los hechos y el contexto histórico de la independencia de Panamá de España, utilizando un enfoque geopolítico y sociohistórico global, que permite mirar desde arriba el escenario completo, dentro del cual se inscribieron los hechos panameños de 1821, logrando, a la vez, describir con inigualable maestría, acontecimientos locales puntuales, sin caer en una representación aislada de las circunstancias.
Ese equilibrio entre la visión de conjunto y nuestras peculiaridades istmeñas, justifican plenamente que este libro seguramente sea una lectura de valor, no solo para los panameños, sino también para todo aquel que le interese comprender mejor el proceso de desmoronamiento del Imperio Español en América, en las primeras décadas del siglo XIX, asunto accesorio a la situación de crisis de la monarquía española, al ascenso de Inglaterra como potencia mundial dominante, a las guerras napoleónicas y a la difusión de las ideas liberales en pleno Romanticismo. Proceso que finalmente vino a concluir de forma triste para España en las etapas postreras del siglo, con la guerra de 1898 contra los Estados Unidos, donde perdió el control de lo que le quedaba: Cuba, Puerto Rico y Las Filipinas.
No es la primera vez que CASTILLERO CALVO aborda la independencia de Panamá de España con el enfoque que realiza en el libro que hoy comentamos. Hasta donde nosotros conocemos, esa aproximación al tema ya había sido expuesta de forma clara por el autor, al menos desde los ensayos que publicó en la obra colectiva de varios tomos que él coordinó, cuya primera edición se publicó en 2004, titulada HISTORIA GENERAL DE PANAMÁ (Comité Nacional del Centenario, Editorial
D´vinni Impresores, Bogotá-Panamá), y que después se publicó en 2019 en una segunda edición actualizada y complementada, bajo el título NUEVA HISTORIA GENERAL DE PANAMÁ (Alcaldía de Panamá, Editora Novo Art, S.A.). Sin embargo, la actualización de la exposición que se hace en la obra 1821: LA INDEPENDENCIA DE PANAMÁ DE ESPAÑA Y SU ÉPOCA, es profundamente más completa. Se trata de una obra integral, de gran aliento y que, por su propia naturaleza, permite mayor espacio al autor para desplegar sus agudas reflexiones y abundante documentación.
Contexto europeo de la independencia de Panamá de España.
En 1821 el Istmo de Panamá era territorio español y lo había sido por poco más de 300 años. Para que tengamos un punto de comparación, al día de hoy los Estados Unidos solamente tienen 245 años de existencia. Por consecuencia, Panamá era militarmente parte del Imperio Español, pero también culturalmente: el idioma, la integración del poder público, la religiosidad con sabor a Concilio de Trento y a Contrarreforma y la visión del mundo dominante era
la de España, con su sociedad clasista y racista, con su mojigatería, con su corrupción y economía en declive. También con sus virtudes, tales como un reciente afecto por las ideas liberales, en un sector de la sociedad.
Al ser un territorio plenamente integrado a la corona española, es imposible entender el año 1821 de Panamá, sin tener una idea, al menos general, del rejuego de poder entre las potencias europeas y de la situación en la península ibérica, en las más que convulsas décadas anteriores. Ese es el primer gran mensaje de fondo de la obra de CASTILLERO CALVO.
Solo para tener una idea mencionemos algunos elementos pilares de ese contexto europeo y mundial, basado en nuestro entendimiento personal:
Durante la mayor parte del Siglo XVIII, España y Francia fueron aliados a nivel europeo y mundial, a través del pacto de familia de los borbones. Inglaterra era el enemigo, lo cual se puede ver con claridad en el ataque constante de los corsarios ingleses a las colonias y buques españoles en América y en el apoyo del absolutismo francés y también del español, a la independencia de los Estados Unidos.
Para ser gráficos, mencionamos que 9,000 soldados de la Francia absolutista, participaron en la batalla de Yorktown junto a WASHINGTION y su Continental Army, derrotando a Inglaterra y sellando la independencia de Estados Unidos. En el Palacio de Versalles se exhibe hoy un cuadro de esta batalla, dentro de una galería de lienzos que ilustran los grandes triunfos militares franceses.
El status quo fue cambiando a partir de la Revolución Francesa en 1789, cuando los reinantes borbones franceses son desplazados del poder. Inicialmente España, como el resto de Europa, se mantuvo de parte de los derrocados y hasta hubo enfrentamientos con la Francia revolucionaria, sin embargo, en un momento dado, varios años después, cuando Napoleón se queda con el poder del régimen surgido de la revolución, se renueva el pacto Francia-España y ambos enfrentan a Inglaterra, fracasando en las batallas marítimas del Cabo de San Vicente y Trafalgar.
A lo interno de España, los esfuerzos modernizadores de algunos ilustrados como el Conde de FLORIDABLANCA fracasaron y con la muerte de CARLOS III llega al poder CARLOS IV, un hombre débil y sin carácter. Debido a ello quedó dominando de forma autoritaria el poder público de España, quien fuera inicialmente el primer ministro, MANUEL GODOY, trepador que medró en la Corte, bajo la protección y el “cariño” de la reina MARÍA LUISA DE PARMA, mujer altanera y dominante, perfectamente pintada por GOYA. GODOY se ganó el desprecio y el odio de la sociedad española de la península, debilitando la situación política de la corona en la primera década del Siglo XIX.
El escenario interno y las relaciones con Francia y el resto de Europa convergen y producen un terremoto en España que provoca una onda expansiva en las colonias españolas en América, entre ellas en el Istmo de Panamá, a la sazón gobernado bajo la jurisdicción del Virrey de Santafé, lo que hoy es Bogotá.
En una simplificación extrema, la convergencia de acontecimientos ocurrió más o menos así: El poder de GODOY es total y el odio que le profesan el pueblo y gran parte de la nobleza se hace la regla. GODOY firma con NAPOLEÓN un tratado para dejar pasar por España a las tropas francesas para tomarse Portugal, con el interés de que una sección importante del territorio sería entregada al propio GODOY. Cuando las tropas francesas entran a España no solamente la atraviesan rumbo a Portugal, como se había dicho, sino que van conquistando e invadiendo el territorio español del cual empiezan a tomar control, sin resistencia.
El odio a GODOY y el rechazo a los franceses se juntan en el pueblo español y lo hacen explotar. Además de débil CARLOS IV es un Rey cobarde. Hay un motín, el pueblo, los nobles y el hijo del Rey y heredero del trono, FERNANDO (éste de forma velada), se alzan contra GODOY y lo derrocan. CARLOS IV abdica y le entrega el poder a su hijo quien es coronado como FERNANDO VII. Los franceses terminan de invadir España y obligan a abdicar a FERNANDO VII de vuelta en favor de su padre CARLOS IV y a este último, a su vez, también lo obligan a que entregue la corona al hermano de NAPOLEÓN, JOSÉ NAPOLEÓN.
Tanto CARLOS IV como FERNANDO VII quedan prisioneros de NAPOLEÓN en Francia. El 2 de mayo de 1808 estalla una guerra atroz y desgastante por la independencia de España contra Francia, que duró 6 años y destrozó la economía. Los españoles entienden que el único Rey es FERNANDO VII quien sigue teóricamente en el poder bajo la representación de un Consejo de Regencia. El eterno enemigo de España, Inglaterra, ahora se convierte en aliado en la península contra los franceses.
En medio del desorden de la guerra de independencia, cuando gran parte del territorio español está invadido, mientras el Rey permanece detenido, la España ilustrada se organiza y proclama una Constitución en Cádiz en 1812, protegida por la flota inglesa. En dicho texto se dibuja un régimen de monarquía constitucional, donde se garantizan derechos individuales, se limita el poder absoluto del Rey (para cuando vuelva) y se proclaman derechos iguales para los españoles de Europa y América (excepto los de origen africano), quienes tuvieron el derecho de enviar diputados a las Cortes extraordinarias.
Seis años después de 1808, NAPOLEÓN se bate en retirada en toda Europa. En cuanto a España, decide irse y en 1814 libera a FERNANDO VII. A su regreso a España, el Rey deroga la Constitución de 1812, persigue a los Diputados y a todos los liberales que respaldaron ese proceso constitucional. Seis años duró ese periodo. En 1821, se da un golpe militar en España y obligan al Rey a jurar la Constitución. Tres años dura ese paréntesis constitucionalista, hasta que las fuerzas monárquicas de Europa devuelven a FERNANDO VII su status de Rey absolutista.
Contexto en las colonias españolas de América, de la independencia de Panamá de España.
Como consecuencia de todo el desbarajuste anterior, en las colonias españolas de América se genera un desorden e incertidumbre total. Todas las autoridades: virreyes, oidores, capitanes generales, todos derivan su poder del Rey de España, pero el Rey de España está preso en Francia. No hay Rey. Como en la península, en muchos centros urbanos vuelven a las raíces del Derecho Castellano y los Cabildos forman Juntas de Gobierno, en nombre del Rey y contra el invasor francés. Muchas de esas juntas en América, influidas por las ideas liberales evolucionan y apuestan por la independencia desde 1810.
Los procesos de independencia de las colonias españolas de América se originan en la crisis de la monarquía española. Más que una guerra de “criollos contra españoles”, como ha sostenido la “leyenda patriotera”, estamos ante una implosión del imperio, el fin de una época, una guerra civil donde se enfrentaron, por un lado, criollos, españoles, indígenas y mulatos que estaban a favor de la independencia, y por el otro lado, criollos, españoles, indígenas y mulatos que estaban a favor de mantener los lazos con España.
1810 fue el principio de un proceso que duró aproximadamente 15 años. No es verdad que las independencias de las colonias españolas ocurrieron en todos los territorios a la vez. Hubo vastos territorios que se mantuvieron leales a España por varios años. Por ejemplo: Guadalajara, Pasto, Valdivia, Santa Marta, Panamá, Lima y muchos otros se mantuvieron leales a FERNANDO VII por bastante tiempo, después de 1810. Hubo territorios independizados que fueron reconquistados por España, en fin, se trató de un proceso dilatado.
El típico ejemplo fue el caso de México que se independiza finalmente en 1821, once años después del grito de independencia. Sin embargo, la fortaleza de la isla de San Juan de Ulúa, frente al Puerto de Veracruz, se mantuvo en manos españolas y causando problemas hasta 1825, cuando finalmente se rinde.
En los mares, especialmente en el Caribe, las naves de la Royal Navy de Inglaterra tenían una presencia importante. Inglaterra en Europa era aliada de España contra los franceses, pero en América no disimulaba su doble juego de nueva potencia dominante, apoyando a los insurgentes contra España y buscando la forma de sacar provecho para tomar control con sus productos del mercado de las colonias españolas de América, que había sido oficialmente vedado por siglos, pero que ahora se veía accesible, no solamente por el aumento del contrabando de siempre, sino por la autorización oficial de una España en decadencia, que no tenía otra forma de suplir desde Europa las necesidades de sus territorios todavía leales. Jamaica se convirtió en la fuente de productos ingleses para los realistas españoles y de armas inglesas para los insurgentes de Bolívar.
Todos los vaivenes del poder en España repercutían en las colonias. Cuando se desató la guerra contra Francia y se conoce el cautiverio del Rey, acá se hacen juntas de Gobierno como ya dijimos. Cuando se proclama la Constitución de Cádiz de 1812, en América muchos sectores leales al Rey decían que era una vía de entrar a la modernidad, sin romper lazos con el imperio, por lo cual se entusiasmaron aplicando la Constitución, mientras que los independentistas decían que ya era demasiado tarde. Cuando el Rey vuelve al poder en 1814 y deroga la Constitución, en los territorios leales a la corona, tal como en España, se dividen entre constitucionalistas y absolutistas, mientras que los sectores independentistas en América veían en eso solamente la confirmación de que la independencia era el camino correcto.
Interacción de Panamá con los acontecimientos de España y del resto de las colonias en América a partir de 1808.
Como bien se explica en el libro de CASTILLERO CALVO, la élite gobernante de Panamá se mantuvo leal a FERNANDO VII desde el inicio de la inestabilidad en 1808. Si bien en Panamá no se desarrolló una junta de gobierno, la élite criolla sí aprovechó la oportunidad para tratar de profundizar el autonomismo dentro de la estructura de poder española.
A partir de 1812, la élite de la Ciudad de Panamá tomó partido por el respaldo a la Constitución. Ese fue el camino seguido también por otras poblaciones dado que la Ciudad de Panamá y la zona de tránsito que incluye Portobelo, fue el área urbana dominante respecto de las demás poblaciones del Istmo como Santiago de Veraguas, Santiago de Alanje, Natá de los Caballeros, Parita, Penonomé, La Villa de Los Santos, El Real en Darién o Penonomé.
Nuestra élite comerciante fue muy entusiasta del modelo constitucional de Cádiz, hasta el punto que en Panamá se juró en los ayuntamientos y se realizaron las elecciones indirectas exigidas por la Regencia para la designación del Diputado a las Cortes Extraordinarias que redactaron la Constitución y también a las primeras Cortes Ordinarias. CASTILLERO CALVO describe con precisión el proceso electoral y los mecanismos de funcionamiento de las interacciones de poder de las grandes familias de la élite, que se las arreglaban para que mandaran los de siempre, incluso con el nuevo modelo constitucional.
Pero quizás los dos elementos más característicos del rol de Panamá dentro de los territorios realistas españoles, luego de iniciadas las guerras de independencia de América, fueron, en primer lugar, su papel como punto de acumulación y paso de tropas y suministros desde el Caribe hacia los frentes del Pacífico de Sudamérica, lo cual hizo al eje Portobelo-Panamá un elemento estratégico esencial de la corona; y, en segundo lugar, gracias al comercio libre que las circunstancias abrieron, Panamá como punto especialmente importante para recaudar ingresos para financiar las campañas militares, cuando los recursos no llegaban de España y luego de que, desde 1797 a 1808, la Ciudad de Panamá había pasado grandes penurias.
ALFREDO CASTILLERO CALVO, lo explica así:
“La novedosa excepcionalidad de este periodo consiste, por un lado, en la liberación del comercio, acompañado por una condescendencia permisiva hacia el contrabando; por otro, en el arrollador flujo de metálico que llega anualmente a Panamá en cantidades que no se conocían desde los mejores tiempos de las ferias opulentas, y cuyo vívido recuerdo era una gema prendida en la memoria colectiva.
Como consecuencia, desde 1808 hasta 1819, Panamá experimentó un extraordinario despegue comercial y se convierte, gracias a la crisis política que azotaba el Imperio español, en la ruta privilegiada de la plata que fluía tanto de las minas novohispanas como del Alto Perú. «Torrentes de plata» o «ríos de plata» (expresiones que pueden parecer hiperbólicas, pero se repiten una y otra vez en los documentos) cruzaron el Istmo para dirigirse a Baltimore, y sobre todo, a Jamaica, convertido en un gran depósito de mercancías británicas, para de allí ser reembarcadas a Panamá y distribuidas por los ávidos mercados del Pacífico. («Torrentes de buques» llegaban o salían de Panamá, «a inundar de mercancías extranjeras las costas del Mar del Sur», dice una fuente). La oportunidad fue exitosamente aprovechada por los comerciantes panameños, que mostraron una agresiva competitividad para hacer negocios a escala, gracias a su cosmopolitismo y a su extensa red de conexiones internacionales.” (p. 29).
No solamente la élite se hizo rica, sino que el flujo de riqueza mejoró el nivel de recaudación en las arcas reales en Panamá, lo cual sirvió para financiar los esfuerzos de guerra contra la insurgencia.
CASTILLERO CALVO describe con precisión los casos donde nuestra élite incluso era dueña de barcos, que eran escoltados desde Jamaica a Portobelo por la Royal Navy británica. Igualmente, nuestra élite comerciante interactuaba fuertemente con los comerciantes del Callao en Lima y el Puerto de San Blas en Guadalajara.
El entusiasmo constitucionalista coartado por la derogatoria que realizó FERNANDO VII de la carta gaditana, no produjo en nuestra élite una frustración muy grande, porque ese retroceso fue superado por el éxito comercial con mercancías extranjeras que siguió fluyendo luego de la derogación de la Constitución en 1814 y hasta 1819.
Irónicamente, esa bonanza de una década no se reflejó en la mejora de las condiciones de infraestructura, educación, industria y salubridad de la Ciudad de Panamá, ni del resto del Istmo, lo cual confirma que –según nuestra opinión— se trataba de una sociedad dominada por una élite con visión corta, puramente mercantilista, poco industriosa y que no pensaba en las reformas de fondo, más allá de la acumulación individualista de recursos, producto del comercio libre.
¿Por qué la bonanza acabó aproximadamente en 1819? Porque la revolución de independencia avanzó por el Pacífico y en especial porque el nuevo gobierno de Chile, dirigido por BERNARDO DE O´HIGGINS, tuvo la capacidad de poner al servicio de la causa independentista una flotilla de buques militares, comandados por el almirante LORD COCHRANE y otros navegantes ingleses contratados como corsarios, con tripulación chilena, que sembraron el terror en la navegación de naves realistas por el Pacífico. Solo en 1819 ILLINGWORTH atacó, saqueó y quemó Taboga y asedió la Ciudad de Panamá y COCHRANE realizó el primer bloqueo al Callao.
Con ese escenario, nadie volvería a confiar en enviar por el Pacífico barcos realistas cargados de mercancías inglesas valiosas desde Panamá a los actuales México y Perú, para traer de vuelta naves cargadas de plata.
A partir del final de la bonanza comercial y gracias al avance claro de las fuerzas independentistas, la élite mercantil de la Ciudad de Panamá perdió su motivación esencial para mantener su lealtad a la corona. El escenario se complicó aún más por cuanto, ya finalizado el periodo comercial exitoso, las máximas autoridades, representadas por el Mariscal HORE y posteriormente por el Virrey SÁMANO, furibundo realista y con un cargo de legitimidad profundamente cuestionada, impusieron un régimen de roces y tensión contra los constitucionalistas y de presión al pueblo llano.
Ya para enero de 1820, por el alzamiento militar de RIEGO en la península, se había obligado a FERNANDO VII a jurar la Constitución. Pese a ello, el dudoso Virrey SÁMANO, que había escapado de Santafé de Bogotá tras el triunfo bolivariano, impuso en Panamá su visión del asunto y se negaba a jurar la Constitución, que ya se había convertido en un asunto de respeto en Panamá.
Eran los últimos suspiros de un viejo imperio acosado y totalmente quebrado, lo que sumó al desaliento las molestias de las élites por más de dos años acumulados de préstamos forzosos para sustentar las arcas reales. Cuando murió SÁMANO y el régimen constitucional designa a JUAN DE LA CRUZ MURGEON, este llegó a Panamá, puso en valor la Constitución y trató de conciliar un ambiente ya enrarecido, pero no le quedó otra que seguir pidiendo préstamos forzosos.
La misión casi que imposible de MURGEON, porque carecía de tropas y recursos, tenía como meta tomar Guayaquil. Dejó Panamá en manos de un militar nacido en el país y casi sin tropas que defendieran la plaza. Ya Cartagena había caído en manos independentistas. El ejército español estaba dando sus últimos suspiros. Antes de salir para Guayaquil, la soldadesca de MURGEON fue a lo que hoy es la región de Azuero, la cual era parte de la Alcaldía Mayor de Natá, y causaron desastres, tratando de forzar la incorporación a filas a jóvenes, confiscando suministros agropecuarios, maltratando a mujeres.
Con el liderazgo de FRANCISCO GÓMEZ MIRÓ y SEGUNDO DE VILLARREAL, a la partida de MURGEON, la Villa de Los Santos declara la independencia el 10 de noviembre de 1821 y le siguieron otras poblaciones. El 28 de noviembre lo hace la Ciudad de Panamá. Los detalles de los sucesos son perfectamente narrados por CASTILLERO CALVO. Vale la pena leerlos con nuevos ojos y con la visión fresca de contexto que el libro ofrece.
Notas de la realidad de la época que nos describe CASTILLERO CALVO.
Uno de los grandes valores del libro de CASTILLERO CALVO es que, gracias a muchos años de investigación con fuentes primarias, va armando las evidencias hasta reproducir un retrato verosímil del tipo de sociedad que era Panamá durante la independencia de 1821 y sus décadas precedentes, época que recrea y nos trae ante nuestros ojos, sin romanticismos, sin visiones ideológicas preconcebidas, en su cruda realidad.
Comento de seguido algunos pasajes del libro que ilustran el punto.
El Istmo de Panamá de la época tenía una población que rondaba los 100 mil habitantes. Según un padrón no tan preciso realizado por el Obispo GONZALEZ DE ACUÑA en 1803, la totalidad de la población del Istmo era de 87,312 personas. Los 4 centros de población más importantes eran, en su orden, los partidos de Los Santos y Parita, con 23,848 personas; Panamá (la Ciudad y la periferia) que tenía 18,441 pobladores; Veraguas, 18,126; y, la Alcaldía Mayor de Natá con 12,831.
Era una sociedad donde las comunicaciones entre los centros de población se daban constantemente por mar, por lo tanto, mantenían contacto. Igualmente ocurría hacia el exterior: a través de Portobelo, las comunicaciones con Cádiz, Cartagena, Santa Marta, Cuba, Santo Domingo o Yucatán eran constantes, aunque fueron luego bastante afectadas cuando estalló la guerra con Francia y las guerras de independencia. En el Pacífico, como dijimos, el contacto con Acapulco, Guadalajara con su Puerto de San Blas, Guayaquil, Callao y demás puertos importantes era rutinario. Fluían pasajeros, carga, correo, soldados, de todo.
Al ser una sociedad española, estratificada y clerical, la voz cantante en lo político, económico y social, la tenía un grupo de familias blancas de la élite criolla, en gran medida emparentadas entre sí, sobre todo ubicadas en la Ciudad de Panamá, dedicadas principalmente al comercio marítimo y por la Zona de Tránsito y que para alimentarse dependía bastante de las otras regiones. El peso de los prelados de la Iglesia era importante. También es cierto que había presencia de mulatos entre la clase alta comerciante y especialmente en las milicias. Pese a todo, el pueblo llano no era precisamente el que definía el rumbo de los acontecimientos.
La Ciudad de Panamá de la época era fea y abandonada. Poca infraestructura. Los largos periodos de penurias económicas hacían mella en el paisaje urbano. Sin embargo, eso no era óbice para que esa sociedad “puntillosa”, como la califica CASTILLERO CALVO, estuviera constantemente debatiendo entre si sobre quién tenía más rango, títulos y categoría social o política, por ejemplo, en el orden de precedencia de las autoridades para las procesiones y en la designación de cargos públicos.
No era una sociedad estática, era gente que se movía a su estilo. Había espacio para que el Presbítero de Natá tuviera una disputa personal con el Obispo de la Ciudad de Panamá, hasta el punto que mandaba cartas a España para indisponerlo; también había gamonales y familias autoritarias como la encabezada por VICTOR DE LA GUARDIA en Penonomé y Natá, que tenía tiempo para perseguir a los que cuestionaban su poder, para fundar un pueblo para crear cargos y nombrar a sus familiares, pero también para escribir una obra de teatro laudatoria.
Eran tiempos de aventureros por su propia cuenta y de oportunistas que querían morder algo de un imperio que se caía a pedazos, como el inglés MACGREGOR, que con una tropa privada bastante extraña, principalmente de ingleses, tomó Portobelo en 1819 por unas semanas, solamente para ser derrotado después por una fuerza de españoles profesionales y panameños de milicia, que salió desde Panamá, comandada por el Mariscal de Campo y Comandante General de Panamá ALEJANDRO HORE, célebre militar absolutista, que derrotaron a los ingleses, les causaron 150 bajas y tomaron 400 prisioneros que fueron llevados a Panamá, bajo la inclemencia de la selva.
HORE recibió la Gran Cruz de Isabel la Católica por esta acción militar. El Mariscal había sido puesto al mando de Panamá por FERNANDO VII en 1815, después de que fue uno de los encargados en 1814 de ejecutar la disolución de las Cortes, al retorno del absolutismo, que murió en Panamá en 1820 (unos dicen que de un gran enfado) y que había considerado retirarse aquí en una hacienda en Pan de Azúcar, lo que hoy es San Miguelito.
Curiosamente el maltrato dado a los prisioneros ingleses en Panamá, produjo más bien simpatía con los detenidos en la población de la Ciudad de Panamá y su posible intento de liberación fue probablemente una de las razones por las cuales ILLINGWORTH, corsario inglés al servicio de Chile, asedió la Ciudad de Panamá, como ya se comentó.
Panamá no estaba aislado. Hasta 1821 había sido parte del bando realista del teatro de la guerra de independencia, aunque aquí no se libraron grandes batallas. Fue una plaza soporte del ejército realista, no solo para apoyarlo en el Pacífico de Sudamérica, sino que fue una aliada clave en el Caribe de la resistencia de la realista Santa Marta, ante los ataques de la insurgente Cartagena y también fue refugio de autoridades y realistas en general que huyeron del altiplano neogranadino, luego de la toma de Santafé de Bogotá por los independentistas, después de Boyacá.
El fresco de la sociedad del Istmo de aquella época que nos ofrece CASTILLERO CALVO es amplísimo, lleno de detalles y estadísticas. Documenta lo extendido que era el concubinato en la sociedad del Istmo en ese entonces. Se pone como telón de fondo las campañas militares por la pacificación de Darién ante constantes rebeliones indígenas. Describe la estructura militar y el papel de los pardos y milicianos panameños, y ¡hasta nos ofrece ilustraciones de los uniformes que usaban! Habla de la presencia de comerciantes extranjeros en la Ciudad de Panamá, de panameños ricos que tenían fuerte presencia económica en Guadalajara, agentes de negocios en Lima y otros con contacto directo con casas comerciales de Londres. Cita documentos contemporáneos que describen a Chiriquí como un territorio sin policía donde se refugian “pícaros”. Repasa con visión de cirujano las estructuras de poder del Panamá de entonces, al estilo muy español, incluyendo la compra de cargos, el tráfico de influencias y el nepotismo de las élites.
Y hasta nos revela misiones especiales como el episodio de los espías insurgentes de Cartagena en Panamá y el viaje del miembro de la élite, Caballero de la Orden de Carlos III, PABLO AROSEMENA LOMBARDO, acompañado de su hijo intérprete MARIANO AROSEMENA, que hablaba inglés, enviados a Kingston por el Virrey español desesperado, para pedir a los ingleses buques de guerra y armas para enfrentar a los insurgentes, solo para ser humillados por unos ingleses que los trataron con distancia y demostraron que solamente querían a los realistas para venderles sus productos. Episodio patético que fotografía de cuerpo entero un Imperio Español en implosión total y el nuevo rol de potencia, árbitro del mundo, que tomaba el Imperio Británico.
Es un libro espectacular. Como simple lector les digo que es una obra altamente recomendada. Nada de lo que yo escriba en estos humildes comentarios puede reemplazar su lectura y el disfrute de este trabajo publicado en una edición muy bien cuidada y mejor escrita. Debiera ser materia de estudio y explicación en escuelas y universidades en Panamá, para que vayamos eliminando, poco a poco, las leyendas y los mitos que han dominado nuestro entendimiento de la independencia de Panamá de España.
Comentario final
No deja de ser tentador ver en esa sociedad de nuestros ancestros, de los alrededores de 1821, tan bien reflejada en la obra de CASTILLERO CALVO, el origen de muchos de nuestros vicios actuales como la poca visión industrial y agrícola de exportación, el exceso de dependencia del comercio y de la actividad de la Zona de Tránsito, la corrupción pública y privada, el nepotismo, la manipulación de las reglas electorales, la falta de solidaridad social y el alto nivel de conformismo con la desigualdad dominante que profesa todavía hoy nuestra élite económica, de la cual la élite política no es más que un apéndice.
Es a primera vista sencillo ver en ese mundo algo muy parecido a la hipocresía reinante hoy, que se deduce al comparar la moral oficial versus los parámetros reales de comportamiento de la sociedad.
Aunque las visiones deterministas en Historia no son absolutas y a veces incluso son peligrosas, sin duda parece razonable sentir que, al mirar la sociedad panameña de ese tiempo, en cierta forma nos estamos mirando en el espejo… 200 años después. Contrario a lo que cantó NERUDA (y parafraseándolo), a lo mejor en este caso sí podríamos decir: Nosotros, los de entonces, parecemos ser los mismos.
Es muy difícil no pensar de esta manera, por ejemplo, cuando leemos un informe muy valioso analizado por CASTILLERO CALVO, escrito en 1809 por SALVADOR BERNABEU DE REGUART, Contador de Real Hacienda de Panamá, titulado: PLAN DE ECONOMÍA Y BUENA ADMINISTRACIÓN Y PROSPECTO AL GOBIERNO POLÍTICO, MILITAR Y ECONÓMICO PARA EL ISTMO DE PANAMÁ.
Este reporte fue enviado a España, en medio de la guerra de independencia contra Francia, al calor de la tendencia reformadora de aires ilustrados que desembocó en las Cortes Generales y Extraordinarias de Cádiz que elaboraron la Constitución. BERNABEU DE REGUART, al decir de CASTILLERO CALVO, “además de describir con crudeza y mordaz espíritu crítico las realidades panameñas… propone una serie de reformas…”. De ese documento les comparto como idea final, un extracto que estimo es de asombrosa actualidad, aunque tenga 212 años de haberse escrito:
“No me cansaré nunca de repetir –dice BERNABEU DE REGUART– que cuando un pueblo sin agricultura ni industria (sobrándole proporciones para uno y otro) quiere hacerse puramente traficante, no puede menos que venir a ser infeliz, pues siendo los principales fundamentos del verdadero comercio la industria y la agricultura, donde estas falten son en vano los proyectos de los hombres, porque quedarán en el aire como un edificio sin cimientos, y aunque de pronto presenten una bella perspectiva, serán muy pocos los partícipes de aquel aparente bien, pero registrando el horizonte con el anteojo de la política, se descubrirá que más o menos tarde el resultado ha de ser cero” (p. 252).
*El autor es Abogado en Panamá